Multiforme e internacional, el Art Nouveau es el movimiento de las curvas y los arabescos. Este universo estético, que encarna la caída de la barrera entre las artes definidas como mayores y menores, se caracteriza por el retorno de la naturaleza al centro de las representaciones, así como por el tema femenino.
El movimiento, que apareció en Inglaterra en 1880 con el nombre de Arts & Crafts, se extendió por toda Europa occidental bajo diversas formas. Lo encontramos en Alemania bajo el nombre de Jugendstil, en Austria como influencia principal de la célebre Secesión vienesa y en Cataluña con el famoso Modernismo catalán.
Verdadero producto de la Belle Époque, el Art Nouveau está indudablemente ligado a la era industrial, ya que se encuentra en la arquitectura, la cerámica, el mobiliario, los objetos de arte y la cristalería. A través de este deseo de fusionar las bellas artes y la artesanía, el movimiento va más allá del mundo artístico. Efectivamente, es representativo de una nueva identidad social que se estaba construyendo en el siglo XIX, combinando la elegancia de la élite y la afirmación de la clase trabajadora.
Cada vez más fuerte, el Art Nouveau se presentó, junto con la Torre Eiffel, en la Exposición Universal de 1889. Unos años más tarde, el marchante, coleccionista y crítico de arte Samuel Bing abrió en París la Maison de l’Art Nouveau, que albergaba obras de René Lalique, Henry Van de Velde y Louis Comfort Tiffany.
Otras figuras del movimiento se hicieron internacionales. El primero fue el teórico inglés William Morris, que defendía que el arte no debía encontrarse sólo en los museos y promovía la idea de que lo útil debía ser bello y lo bello útil.
Las teorías de Morris pronto fueron aplicadas por uno de los creadores del Jugendstil, el alemán Herman Obrist. Obrist se dio a conocer por su dominio de la tapicería y el bordado, así como por sus esculturas. En particular, fue el creador del “coup de fouet“, una sucesión de curvas en horquilla inspiradas en los tallos del ciclamen.
Otra figura importante del movimiento fue el francés Emile Gallé. Este maestro vidriero, que encontró su inspiración en el mundo marino, abrió la Escuela de Nancy, que se convirtió en el centro del Art Nouveau francés. El ebanista Louis Majorelle, de la misma ciudad, recibió la influencia de Gallé. Sin embargo, sus creaciones no se definen por las formas exuberantes. El artesano encontró su originalidad en la introducción de elementos metálicos en sus muebles.
Vinculado a la modernidad, el Art Nouveau también está especialmente ligado a los avances tecnológicos y arquitectónicos, como atestiguan las famosas puertas de entrada al metro de París, de inspiración vegetal, creadas por Hector Guimard. Otro ejemplo es Víctor Horta, que diseñó la famosa casa que lleva su nombre. La casa de Horta se caracteriza por sus mosaicos, su mobiliario y sus vidrieras, que, a diferencia de las antiguas y oscuras casas burguesas, dejan entrar una luz brillante en los interiores.
En Cataluña, este estandarte artístico fue llevado por Josep Puig i Cadafalch que, gracias a su formación como arquitecto e historiador, se convirtió en una de las figuras más importantes del modernismo catalán. También fue el autor del edificio neogótico que albergó el famoso cabaret Els Quatre Gats y la Casa Amatller de Barcelona. Su maestro, Lluís Domènech i Montaner, no fue menos importante. Excelente dibujante, dirigente político y respetado profesor, el arquitecto fue quien realizó uno de los mayores conjuntos modernistas del mundo, Sant Pau, que hasta 2009 albergaba un hospital y que hoy combina esta función con un espacio museístico abierto al público. Este espacio único, en el corazón de Barcelona, consta de grandes pabellones, jardines y espacios abiertos.
Por último, pasemos al arte. Cartelista, ilustrador y pintor, Alfons Mucha es, sin duda, una de las figuras más representativas del Art Nouveau. El artista checo hizo de las mujeres su tema favorito. Se convirtieron, bajo su pincel, en modelos icónicos llenos de seducción y representativos de un ideal, a menudo encarnado por la actriz Sarah Bernhardt. Estas figuras, adornadas con suntuosas joyas, suelen estar rodeadas de una densa vegetación. La originalidad del trabajo del artista contribuyó a definir su obra como el “estilo Mucha”.
En definitiva, el Art Nouveau es sinónimo de revolución de la elegancia. Una simbiosis entre todas las competencias y la representación de una nueva sociedad. Sin embargo, este movimiento se detendrá con la llegada de la Gran Guerra, en 1914.