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Las representaciones del pecho femenino

La representación de la mujer y su anatomía en el arte es fruto de profundas inspiraciones. Encarnación de la elegancia, el deseo, la subversión o incluso la admiración, su imagen adquiere significados ricos y eclécticos, lo que hace de este tema de investigación una de las cuestiones más amplias y complejas de sintetizar para los historiadores del arte. Teniendo esto en cuenta, centrémonos en una parte muy concreta del cuerpo femenino, el pecho, que también está cargada de simbolismos.

El primero de ellos es, sin duda, la maternidad. El pecho permite un acto biológico y natural y siempre ha estado íntimamente ligado a la lactancia y el papel protector de la mujer, como demuestran las numerosas representaciones del siglo XX.

Ya en la prehistoria existían numerosas figuras femeninas desnudas, con formas redondeadas y senos prominentes conocidas como “Venus”. Aunque resulte difícil afirmar con certeza su utilidad, la mayoría de las investigaciones llevan a la comunidad científica a afirmar que se trata de representaciones protectoras y diosas de la fertilidad, destinadas a proteger a las madres y futuras madres. Junto con la maternidad, la lactancia también está ampliamente representada. Desde el antiguo Egipto con las representaciones de Isis alimentando a Horus, hasta la antigua Grecia. A lo largo de la Edad Media y el Renacimiento, estas representaciones fueron retomadas por la iconografía cristiana que reprodujo la famosa Virgo lactans o Virgen de la Leche. El pecho, que hace referencia a un acto biológico y natural, se mantendrá íntimamente ligado al lado protector y nutritivo de la mujer, como lo muestran numerosas representaciones del siglo XX que presentan a madres que, como una necesidad vital, forman un todo con su pequeño. Además, el pecho maternal es también un símbolo de salud y se le atribuían poderes mágicos. Se creía que tocar el pecho de una mujer podía curar enfermedades y atraer la fertilidad.

La Venus de Willendorf, Paleolítico superior, Austria
Isis amamantando Horus, Egipto
Barnaba de Modena, Madonna lactans, XIVe siècle
Gustav Klimt, Madre y niño, 1905

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El aspecto erótico del pecho también tiene un papel importante. A partir del Renacimiento esta parte de la anatomía femenina, símbolo de la feminidad, se sexualiza. Con la obra de Jean Fouquet, La Virgen de Melun, pintada entre los años 1452 y 1458, el desnudo se vuelve impertinente, provocativo y fuente de deseo. La Virgen está representada por Agnés Sorel, considerada la mujer más bella de Francia y la primera amante oficial del rey Carlos VII. A partir de aquí, nos surge una pregunta: ¿Cómo pudo Fouquet crear esta obra que roza la blasfemia? Entre oposición y fascinación, la Virgen no muestra ningún gesto tierno o maternal hacia el niño sentado sobre sus rodillas y ofrece su pecho izquierdo al visitante, impúdico. Representada de manera fría e imparcial, el público entiende rápidamente que la obra no pretende ilustrar el momento de intimidad entre una madre y su hijo.

Unos años más tarde, con el redescubrimiento del mundo antiguo y de sus cánones estéticos, se acentuó la sexualización de las figuras. Sin embargo, lejos de representar a mujeres reales, esta dimensión se aplicó sobre todo a figuras mitológicas y alegorías. Es decir, figuras femeninas que no existen físicamente, pero que ilustran conceptos o leyendas. Elisabeth Vigée-Lebrun, retratista real del siglo XVIII, dejó numerosas representaciones de la Justicia, la Paz, la Abundancia y Venus, todas ellas caracterizadas por su belleza y desnudez. Este erotismo se orientó después hacia las Odaliscas, los harenes y los baños orientalistas, representaciones muy populares a lo largo del siglo XIX. Esta fantasía de lo inaccesible llegará a su fin con las vanguardias que, por el deseo de romper con los cánones estéticos establecidos, comienzan a ilustrar la vida cotidiana de las mujeres reales. Henri de Toulouse-Lautrec pintó a las jóvenes de los burdeles parisinos y Picasso retrató a las mujeres que compartían su vida. El erotismo pertenecía ahora a la intimidad que, de la mano del artista, se revelaba al público. Unos años más tarde, artistas como Tom Wesselman apoyarían la revolución sexual de los años sesenta exhibiendo cuerpos sensuales y sugerentes. El artista estadounidense generó nuevas formas de incitar la fascinación del público exponiendo, sin complejos, el pubis y los senos de las mujeres, o más concretamente, de su esposa Claire Selley.

Elisabeth Vigée Lebrun, Junon demandant à Vénus de lui prêter sa ceinture magique, 1781
Jean Fouquet, La Virgen de Melun, 1452-1458
Francesc Masriera, Odalisca, 1889
Henri de Toulouse-Lautrec, Dos amigas, 1895
Pablo Picasso, El sueño, 1932
Tom Wesselman, Bedroom Collage, 1974

 

 

 

 

 

 

 

 

El pecho es, finalmente, un símbolo político. Fue en 1831 cuando el público descubrió La Libertad guiando al pueblo, de Eugène Delacroix. Esta obra, hoy icónica, ilustra a la Libertad con gorro frigio y con el pecho descubierto, blandiendo orgullosa la bandera tricolor. A través de su lirismo revolucionario, une al pueblo y abre el camino hacia la libertad. Esta imagen fue ampliamente adoptada por las mujeres para expresar su deseo de emancipación e igualdad. El movimiento feminista Femen es famoso por acudir a sus actos de protesta con el torso desnudo cubierto de lemas escritos en grandes letras negras. Estas concentraciones comenzaron en 2011 en Ucrania con el objetivo de denunciar la violencia, la prostitución, el machismo y el acoso. Varios artistas contemporáneos se han inspirado en las Femen, como Justice Coquidé que, en la obra Marble Femen, ilustra su compromiso con los derechos de la mujer a través de un sugerente collage. La obra, que representa un busto femenino antiguo, muestra fragmentos de revistas que ilustran la presión social a la que están sometidas las mujeres. El cuerpo desnudo, que deja ver un pecho, está cubierto de mensajes como “I am free” y, por último, incluye un cigarrillo como símbolo de la rebeldía femenina en el siglo XX.

Eugène Delacroix, La Libertad guiando al pueblo, 1831
Justine Coquidé, Marble Femen, s/d

 

 

 

 

 

 

 

 

Aunque el siglo XXI pretende ser libre e igualitario, la cuestión del cuerpo de la mujer sigue siendo objeto de debate hoy en día. Es el caso, en particular, de la lucha #FreetheNipple, que comenzó en 2013, y que hace campaña contra la prohibición de las fotos en topless en las redes sociales. De hecho, las mujeres luchan ahora por desexualizar esta parte del cuerpo, al igual que los hombres. También hay polémica en torno al uso de los sujetadores que permiten ocultar los pezones de la mujer bajo la ropa.

Objeto erótico o símbolo de maternidad, censurado o exhibido, el pecho es una parte del cuerpo femenino que se ha representado de mil maneras a lo largo de la historia del arte. Verdadero emblema de la feminidad, aún hoy es fuente de debate, oscilando entre el rechazo y la fascinación.

 

 

¿SABÍAS QUE…?

– El 80% de los desnudos en pintura son de mujeres.

– En Venecia, en el siglo XVI, las mujeres se maquillaban las puntas de los pechos de rojo bermellón para combatir la homosexualidad masculina.

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