Asociado durante siglos a las élites, el arte ha sido pensado durante mucho tiempo por y para los poderosos. Sin embargo, el siglo XIX, cuna de un nuevo mundo, empezó a cuestionar esta tendencia, centrándose cada vez más en las representaciones sociales y cotidianas populares. El arte representaba a partir de este momento a los humildes. Sin embargo, la mayor parte del tiempo permanecía en las paredes de los museos o en colecciones y galerías privadas, gozando sólo de la atención de quienes podían permitírselo.
Con la aparición del arte callejero en Filadelfia en la década de 1960, el sistema quedó en entredicho. Iniciado por Cornbread y Cool Earl mediante el ” graffiti writing “, el movimiento acabó atrayendo a artistas neoyorquinos como Taki 183 y Blade One, que lo hicieron famoso. Al mismo tiempo, la comercialización de botes de pintura en aerosol contribuyó a extender la práctica. En la calle, en las aceras, en los muros y en el metro, todo se convirtió en un pretexto para crear y transmitir mensajes, pero ¿a qué precio? Convirtiendo el paisaje urbano en un museo al aire libre, los artistas callejeros desafiaron la ley y se arriesgaron para evitar ser detenidos por las autoridades, que los consideraban vándalos. Sin embargo, la maquinaria se puso en marcha y la amenaza de condena no desanimó a estos creadores que, a fuerza de trabajo e insistencia, acabaron siendo reconocidos tanto por el público como por la historia del arte.
La obra más famosa que podemos mencionar es sin duda La niña del globo, creada por Banksy en Londres en 2002. El artista inglés, cuya identidad paradójicamente se desconoce, representa a una niña alcanzando un globo con forma de corazón rojo que se aleja volando. La imagen, acompañada de la frase “Siempre hay esperanza”, es representativa del estilo de Banksy, caracterizado por un perfecto equilibrio entre humor y poesía. La niña del globo vuelve a ser noticia en 2018. En una subasta en Sotheby’s, una serigrafía original de la obra se vendió por 1,2 millones de euros. Sin embargo, pocos segundos después de la venda, se autodestruyó ante los ojos incrédulos de los espectadores. Alex Branczik, director de la casa de subastas, declaró “Parece que acabamos de ser Bankseados”. Unos días después, Banksy publicó un vídeo en el que explicaba “hace unos años había incorporado secretamente una trituradora de papel al cuadro, por si salía a subasta”. El vídeo iba acompañado de una cita atribuida a Picasso, “Qué placer destruir y volver a empezar”.
Keith Harring, famoso por sus estilizados y coloristas personajes, ilustra su lucha contra las drogas y el azote del sida, enfermedad de la que finalmente murió en 1990. Para conmemorar el bicentenario de la Constitución de Estados Unidos en 1987, creó We the Youth, una obra monumental que realizó en colaboración con catorce estudiantes de secundaria y otros artistas como Clarence Wood, Gilberto Wilson y José Seabourne. Aunque a primera vista el cuadro no tiene nada que ver con la Constitución, es el hecho de haber reunido a una veintena de personas, independientemente de su origen o extracción social, lo que le confiere todo su significado: la unión. Además, su ubicación se eligió en un barrio obrero de Filadelfia con el objetivo de contribuir a su desarrollo.
El arte callejero se inspira a menudo en la actualidad. Fue a raíz de los atentados de París de 2015 cuando Obey Giant regaló a la ciudad su Marianne con los colores de la bandera francesa. Es un icono nacional, sinónimo de libertad, unión y paz, que el artista estadounidense decidió retomar para mostrar su apoyo y denunciar los horrores vividos en la capital la noche del 13 de noviembre. Una de las características de las pinturas urbanas es que suelen ser efímeras. Marianne, en cambio, lleva casi 8 años entronizada en el 186 de la rue Nationale, en el distrito 13 de la ciudad de la luz.
Situémonos ahora en Brasil, donde Kobra creó en 2016 la mayor pintura urbana jamás realizada. Con 190 metros de ancho y 15 metros de alto, fue con motivo de los Juegos Olímpicos que el artista brasileño imaginó cinco rostros de cinco orígenes diferentes, representando los cinco continentes, así como la unión de los pueblos y la diversidad de las etnias. Este es, de hecho, el título de la obra, Etnias. Siguiendo en Brasil, los hermanos Ostavio y Gustavo Pandolfo, más conocidos como Os Geomos, son artistas de renombre internacional. Además de su país natal, los gemelos también crean en Estados Unidos, sobre todo en Boston, donde, en 2012, participaron en una exposición en el Instituto de Arte Contemporáneo. Inspirándose en sus sueños y en la vida cotidiana, los brasileños optaron por una obra colorista que, a través de su monumentalidad, observa la vida urbana con mirada segura. Los bostonianos apodaron al fresco El Gigante de Boston.
Pasemos a Canadá, y más concretamente a Vancouver, donde en 2014 Iheart dio a conocer al mundo su obra Nobody likes me, que se hizo viral. La obra representa a un niño llorando y, sobre su cabeza, el público descubre el motivo: no tiene seguidores, comentarios ni ‘me gusta’ en instagram. La ridiculez de este descalabro, que a primera vista parece infantil, denuncia sin embargo la hiperconexión digital de la sociedad, que a su vez desconecta a los individuos entre sí. El fresco, realizado con una plantilla, fue aplaudido y compartido por el propio Banksy en su página Facebook.
JR es un artista callejero francés especializado en el collage fotográfico. Sus obras monumentales, que juegan con los sentidos del público, se han visto en París. La más famosa es, sin duda, El secreto de la Gran Pirámide. La instalación, creada en 2019, distorsiona la realidad y permite a los visitantes flotar sobre el vacío para vislumbrar el corazón del Louvre. ¡No muy lejos del Centro Pompidou de París, Jef Aerosol expone un autorretrato titulado Chuuuuuttt! Este autorretrato es una invitación a la calma y al silencio en medio del dinamismo de la capital francesa, así como una llamada al respeto de la creación artística.
En Inglaterra, Bambi, artista callejera anónima, denuncia la injusticia a través de sus representaciones, la mayoría de ellas estarcidas. En Don’t Shoot, ilustra a cinco chicos idénticos con las manos en alto. A sus pies, el balón de fútbol es sustituido por un cráneo humano. Todos los personajes llevan la misma camiseta con el logo de Nike y el eslogan “Don’t do it” reelaborado. La obra pretende denunciar la violencia policial en Ferguson (Misuri) y, más concretamente, el asesinato de Michael Brown, un joven de 18 años. La tragedia desató numerosas tensiones raciales.
Hay otras mujeres a destacar en el panorama del arte urbano. La artista argentina Hyuro es conocida por sus representaciones de la difícil situación de la mujer, en particular su emancipación, el aborto, el patriarcado y la lucha contra los abusos sexuales. Miss Tic, por su parte, se caracteriza por representaciones de mujeres de pelo castaño, a menudo acompañadas de juegos de palabras que abogan por la libertad. Considerada una de las pioneras del arte callejero, Lady Pink se inició en el metro neoyorquino, un lugar que veía como un lienzo en movimiento. Hoy es reconocida internacionalmente e incluso imparte clases en importantes escuelas estadounidenses.
SABÍAS QUE
– Durante el confinamiento, Banksy publicó una foto de una obra que había hecho en su cuarto de baño. El pie de foto decía con humor: “Mi mujer odia que trabaje en casa”.